Ajedrez y matemáticas

 

De todos son conocidas las miles de veces que se ha argumentado a favor de la relación entre los procesos mentales que intervienen en ambas disciplinas (ajedrez y matemáticas), sin que haya, que yo sepa, ninguna razón convincente que relacione la capacidad para las matemáticas con el 1-0 en una partida de ajedrez.

Uno de los procesos mentales más frecuentes entre los matemáticos es atacar con ahínco un problema y, al no dar con la solución, irse a ver una película o a dar una vuelta con los amigos, esperando que la solución al problema te venga a la cabeza cuando estás pinchando la anchoa que te han puesto de tapa en el bar.

Este proceso (que mi subconsciente trabaje por mi), bellamente descrito por Henri Poncarie(1) , que tan buenos resultados produce, ha llegado a ser el preferido de muchos matemáticos, sobre todo de los más perezosos. Sin embargo, no resulta para nada el más adecuado si lo aplicamos a una partida de ajedrez, tal y como veremos a continuación. El proceso en sí, aparece en el jugador de ajedrez, pero los resultados no son los idóneos. Veamos un ejemplo:

Paso 1: El ajedrecista salió de copas la noche anterior, con lo que, en plena partida, su subconsciente reflexiona acerca de los cubatas ingeridos y, en vez de piezas, ve vasos en el tablero. El jugador coge un vaso, momento en el cual se percata de que tiene forma de caballo. La jugada salvadora era mover el vaso con forma de alfil. Mala suerte, ¡árbitro, otro cubata!.

Paso 2: El jugador ha perdido la partida, pero el subconsciente le sigue dando vueltas a la misma y, mientras el jugador está cenando, se percata de que existían tantas jugadas salvadoras como clientes hay en el restaurante. Mala suerte, ¡camarero, el cliente poco hecho!

En otras ocasiones ocurre que estas buscando empecinadamente(2) la solución a tus problemas en una determinada posición y, si no la encuentras en menos de dos horas perderás por tiempo. Pero si tienes la suerte de que se está disputando la última ronda, el rival nervioso porque tiene que irse a su pueblo te ofrece tablas. ¡Menos mal!

Pero además de las diferencias en los procesos mentales, también hay diferencias relacionadas con las herramientas disponibles entre el ajedrez y las matemáticas. Por ejemplo:

Posiblemente, el único parecido existente entre ambas disciplinas sea la nortación algebraica. Concluyendo, tal y como indicó Fernando Arrabal: “Ajedrez + Matemáticas = Teatro”

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1. Poincaré fue un célebre matemático que planteó una conjetura resuelta, al parecer, recientemente por el matemático ruso Perelman, lo que ha llevado a este último a ser galardonado con la medalla Fields (el nobel de las matemáticas). La conjetura de Poincaré fue una de las hipótesis más importantes de la topología, que dejó de ser conjetura para ser un teorema tras su comprobación. El teorema sostiene que la esfera tridimensional, también llamada 3-esfera o hiperesfera , es la única variedad compacta tridimensional en la que todo lazo o círculo cerrado se puede deformar (transformar) en un punto. Este último enunciado es equivalente a decir que sólo hay una variedad cerrada y simplemente conexa de dimensión 3, la esfera tridimensional.

2. Empecinarse: Proviene de “El Empecinado”, sobrenombre de Juan Martín Díaz (1775-1825), guerrillero español. Sinónimos son: obstinarse, aferrarse, encapricharse.

3. Nota del webmaster: Nótese el tono irónico con el que el autor hace referencia a tan noble variante, empleada por célebres ajedrecistas de la talla de Tigran Petrosian, Anatoly Karpov, etc. Posiblemente influya en tan jocoso comentario el hecho de que el propio autor tenga la defensa siciliana como primera arma en su repertorio.



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